domingo, 20 de septiembre de 2009

UN ÁRBOL, EL BOSQUE

He pedido un ceibo y me dan un ceibal.
Veo un niño, con su derecho a saber apoyado en las piernas, sentado en las gradas del club de básquetbol.
Luego veo a una mamá en el zoológico, con sus hijos, grabando animales en la pantalla, y siento crecer ese derecho hacia la familia.
Ahora le toca a mi propio hijo. Su felicidad es la mía porque está atendido.
La felicidad de los niños uruguayos que no conozco es la mía porque todos están atendidos.
Me basta ver caritas iluminadas, 0jitos que brillan, sonrisas radiantes. Y ya me encandila un futuro diferente.
Van con sus mochilas nuevitas; en ellas van sus planes ceibales. Veo el comienzo.